Según Lamus, muchas se quedaron por fuera para una segunda investigación, pues tuvieron que hacer una selección menor. Más allá de esto, la investigación mostró algunas tendencias en lo que han llamado teatro del conflicto o “teatro que reconstruye”.
Por ejemplo, usualmente los victimarios aparecen en escena con pronombres: “muchas veces indeterminados, por el miedo y por lo que representan en el conflicto dramático. Esos personajes son: Ellos, Los Mismos, Los Otros, Esos hombres, o los reducen a números o a letras”. Pero también aparecen a través de figuras alegóricas como la muerte o el veneno.
En su mayoría, son obras cortas de estructura fragmentada, presentada en “cuadros desarticulados”; escritas de forma poética y no evidente; y que suelen incluir frases entrecortadas o diálogos cortos.
“Así como los personajes son testigos de asesinatos, los dramaturgos se convierten en testigos de los relatos y toman la palabra directa de las víctimas”, explica Lamus.
Al respecto, Manuel José Álvarez, asesor de artes escénicas del Ministerio de Cultura, dice: “No queremos que se quede en un libro, sino gestionar recursos para que estas obras circulen por las zonas más golpeadas del país”.
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