Me fue publicada. Así comenzó el cuidadoso cultivo de mi farsa.
Hoy he vuelto a cometer esa travesura casi que cotidianamente. Lo he hecho en radio, televisión, prensa y en todo medio en el que encuentro editor alcahuete dispuesto a creer lo que ya todos son culpables de creer.
A una fría noticia cotidiana, en virtud precisamente del fuero que me he ganado, me doy el lujo de verterla en una paila y llevarla al fogón de la crónica.
Pero no soy cronista por alguna recóndita verdad culinaria.
Lo soy más bien porque instintivamente considero que con mi producto me aproximo más a la verdad.
Tanto confío en lo anterior, que tengo la certeza de que si a la Colombia contemporánea la hubiésemos relatado con temperatura de cronista –sin renunciar jamás a postulados básicos como el compromiso con la verdad y el equilibrio–, tendríamos mucha más claridad sobre la dura realidad que nos asedia.
Hoy he vuelto a cometer esa travesura casi que cotidianamente. Lo he hecho en radio, televisión, prensa y en todo medio en el que encuentro editor alcahuete dispuesto a creer lo que ya todos son culpables de creer.
A una fría noticia cotidiana, en virtud precisamente del fuero que me he ganado, me doy el lujo de verterla en una paila y llevarla al fogón de la crónica.
Pero no soy cronista por alguna recóndita verdad culinaria.
Lo soy más bien porque instintivamente considero que con mi producto me aproximo más a la verdad.
Tanto confío en lo anterior, que tengo la certeza de que si a la Colombia contemporánea la hubiésemos relatado con temperatura de cronista –sin renunciar jamás a postulados básicos como el compromiso con la verdad y el equilibrio–, tendríamos mucha más claridad sobre la dura realidad que nos asedia.
En algún momento llegué a pensar que esta guerra –cuyo fin ojalá esté tan cerca como lo intuyen nuestros corazones– era vista por el país como un macabro cotejo futbolístico, en la cual un día ganaban los unos por goleada y al siguiente lo hacían los otros por estrecho margen.
Tanto yo como mis colegas que lideran medios de comunicación estamos en mora de responderle al país por qué permitimos que el conflicto lo contaran las matemáticas y no la gramática.
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