de su obra: La Pepita, que surgió en 1962, cuando pintaba un desfile del carnaval y decidió que ella nacería en una carroza y siendo adulta. "Ese cuadro donde se da a luz La Pepita, se ve ella toda embriagada y desparpajada, con la euforia del carnaval. Como si estuviera destinada a vivir una vida festiva".
Sin embargo, allí no se detiene la historia de ese particular personaje, Loochkartt creó toda una ficción, pues ella va en un proceso involutivo; es decir, a medida que pasa el tiempo se hace niña y al llegar a la infancia, muere en una magnolia, que es su ataúd. Además, todos los años le hace un retrato y le celebra el cumpleaños con las amigas: Lulú, La Pirulí y Talula. También la ha pintado comiendo marañones, elevando cometa, jugando al yo-yo, al billar y al trompo, pasando vacaciones en Rusia, en compañía de Ciro, el gato, y tocando la flauta, de la que sale un búho.
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